miércoles, 10 de junio de 2009

Volver a pasar por el corazon (*)

Pedro no tiene el más mínimo matiz de perfección. Hasta los dedos de sus pies son algo extraños, casi amorfos. Y para colmo cree que estoy loca. Cualquier comentario que salga de mi capullito rosa es signo de que ando depresiva, melancólica, o simplemente de que estoy demente.

La peor parte es que no trata de sanarme las supuestas heridas del alma. Quizás tenga razón, quizás este un poco mal del camote. Pero juro que no se lo demuestro, que trato de esconder el bulto debajo de la alfombra.

Para hacer la situación más entendible paso a ejemplificar: Si vamos por la calle de la mano y yo lo suelto para mirar mejor, más de cerca, el juramento de amor eterno de Coco Y Vale tallado en un siempreverde el 2 de abril del 97, y se me llenan los ojos de gotitas y de curiosidades y de esperanzas. Con ese simple y diminuto hecho él llega a la conclusión de que mi desequilibrio mental es exageradamente grande. No tiene la decencia de esperar a que termine de hablar, de preguntarme para mí (y solo para mí, no espero que él sepa las respuestas) ¿Qué habrá sido de Coco y Vale? Si tendrían hijos, si se desencantaron antes de tenerlos, o si alguno habrá muerto en un accidente domestico mientras regaba las camelias del jardín. El no deja que me explaye en el tema, antes de que llegue al infinito en suposiciones con pena en el rostro sentencia “Male estas completa y absolutamente loca”.

Antes creía que hacia esa afirmación para poder besarme. Solo lo hace después de hacer el amor o cuando me dice loca. Ahora sé que me besa por compasión. Porque le doy ternura y pena. Por devolver el favor o pedir pendón (después de hacer el amor o cuando me dice loca).

Ahora se está bañando, hace un rato me beso. Debe estar enjabonándose la boca, la lengua, las encías. Quisiera tener el coraje de armar una valija. Dejarle una nota que lo corte, que le haga tajos profundos. Una nota que a los costados tenga dedos que más tarde se metan en las llagas. Una nota con fuego que le cierre las heridas, que le deje cicatrices.

No tengo ni valija para armar, ni talento para escribir algo semejante. La próxima semana voy a visitar la marroquinería, he visto una chiquita, amarilla, con flores naranjas.





(*) La palabra "recordar" viene del latín "recordari ", formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien presente en la memoria. Significa "volver a pasar por el corazón". Si yo le digo a alguien que lo estoy recordando, le estoy diciendo que lo estoy volviendo a pasar por mi corazón.


6 comentarios:

  1. hola sol...sol? si, no?
    muy linda entrada...bueno, lo lindo es que te emocionen esas cosas y ejersas (asi se escribe?)
    el recuerdo de esa forma...capullitos...dedos en los bordes...
    besos en la frente!

    ResponderEliminar
  2. Hace unas semanas, justo, pensaba que recordar es darse golpecillos en el pecho para activar un poco mas el corazón... como dosis pequeñas de adrenalina inyectadas directamente al músculo.

    Leerte siempre me connota ternura.
    De donde sacas tanta?

    ResponderEliminar
  3. nada, las personas soos distintas y hay unas más snsibles que otras, si no lo entiene, reviéntale la cabeza... jaja
    saludos!

    ResponderEliminar
  4. Casi lloro con la última explicación.

    Me hiciste recordar una experiencia pasada donde mencionaron la misma etimología, un hecho que particularmente fue importante para mí.

    Saludos alunares!

    ResponderEliminar
  5. Ultimamente es un gran placer leer tu blog :)

    es tal como a mi me gustan

    ResponderEliminar
  6. es hermoso este cuento...

    "La próxima semana voy a visitar la marroquinería, he visto una chiquita, amarilla, con flores naranjas"

    agarrate catalina... vas a llorar como un cocodrilo...

    se nos fue peña bolu! tuve un miercoles de miercoles..
    besos te quiero

    ResponderEliminar

lunares