- ¿Quedó algo de ella?
- No, sólo la calcomanía pegada en el monitor.
- ¿Y por qué no la saca?
- Puede quedar el pegote, y va a ser peor, entiende… más representativo de la situación.
- La verdad no lo entiendo, y tampoco me importa mucho, solo tenía ganas de charlar de algo interesante.
- Ernesto ¿a usted Malena le parecía interesante?
- Pues claro. Era una chica algo extraña, tenía eso de loca y perfecta, una chica violentamente dulce.
- Puede ser, sí. Una vez se largó a llorar porque no la saludé antes de irme al trabajo. Esa vez pensé que estaba loca.
- Usted es un pelele ¿sabe?
- Por eso me dejó Malena.
- No, lo dejó porque lo encontró haciendole cosquillas a otra señorita, que de señorita no tiene nada. Si lo hubiera encontrado en la cama, vaya y pase, pero hacerle cosquillas...
- No se meta.
-Tiene razón, perdón. Quise decir que su noviecita sabía que usted era un imbécil, y aún así lo quería.
- Entonces…
- Entonces es doblemente imbécil. ¿La extraña?
- Me acostumbré a que no estuviera en mi cama a la mañana impidiendo estirarme como es debido; a ir a cenar los sábados a la noche solo, es mas barato ; a ir al cine a ver las películas que yo quiero ver sin preguntarle a nadie que le parece. Me acostumbré a todo eso, es simple, solo hay que hacerse de la idea de que esa persona murió.
- ¡Pero Pedro!
- Bueno si, la extraño un poco.